Adolescencia: la serie que incomoda a los adultos

La serie británica Adolescencia llegó a Netflix y sacudió la conversación pública. La ficción, cruda y realista, narra la historia de un chico acusado de asesinato. Pero en Argentina, el espejo es otro: las aulas invadidas por celulares, el bullying silenciado y los adultos que no logran —o no quieren— ver. La adolescencia y el bullying, una combinación que sigue creciendo frente a una sociedad que no termina de reaccionar.
- Bullying: 8 de cada 10 adolescentes lo sufren en silencio. El hostigamiento escolar crece cuando los adultos no intervienen y la víctima se encierra.
- Celulares en el aula: Argentina lidera el ranking mundial de distracción escolar por dispositivos. El 54% admite que no puede concentrarse en clase por su propio celular.
Un disparador en la ficción
Desde su estreno el 13 de marzo, la miniserie Adolescencia capturó a la audiencia por su dureza narrativa. En solo cuatro episodios, de una hora cada uno, sin cortes, la trama sigue a Jamie Miller (Owen Cooper), un adolescente de 13 años acusado del asesinato de su compañera de clase. La historia se desarrolla en tiempo real y está filmada completamente en plano secuencia, lo que intensifica la angustia y la cercanía con los personajes.
El guion de Stephen Graham quien también interpreta a Eddie Miller, el padre del acusado, no se detiene en el crimen: explora la violencia social, la exposición mediática, el castigo público en redes y la descomposición de la vida escolar. Todo huele a fracaso social y es lo mejor de la serie por que todos son parte responsable de la tragedia. Disminuye la responsabilidad individual del niño? o transfiere a cada uno su parte en el todo?
Una línea de diálogo resuena en cada espectador adulto: ¿dónde estábamos mientras esto pasaba? La serie no da respuestas, pero sí genera incomodidad. Y lo que mas interpela es que es en un país desarrollado. Pone el foco en una etapa vital muchas veces ignorada: la adolescencia y el bullying como síntomas de un fracaso colectivo, y la variable del adulto como respuesta a la demanda del consumo y la ausencia del limite. Será que la generación cambió tanto que no podemos acercarnos?
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Celulares, distracción y aislamiento en el aula
En Argentina, el 54% de los estudiantes reconoce que se distrae con su celular durante las clases, según el informe PISA 2022 de la OCDE. Es el porcentaje más alto entre los 80 países evaluados por PISA. Y el 46% dice que la distracción viene del celular del compañero.
La escuela, en lugar de ser refugio, se convierte en un espacio donde los adolescentes están más conectados con lo que sucede fuera del aula que con su entorno inmediato.
“El problema no es solo la presencia del celular, sino la presión social que genera”, advierte Alejandro Artopoulos, del Centro de Innovación Pedagógica de la Universidad de San Andrés. Una vez más, adolescencia y bullying se entrelazan en un contexto que pierde autoridad y contención.
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El bullying, la violencia que nadie quiere ver
Argentina está entre los países con más casos de acoso escolar en el mundo. Según la ONG Libres de Bullying, 14.800 niños, niñas y adolescentes fueron víctimas entre 2021 y 2022. Y muchos lo viven en silencio.
El patrón se repite: señales físicas y emocionales que se minimizan, docentes sin formación específica, familias que llegan tarde. El acoso no siempre grita. A veces apenas se insinúa. Y cuando se vuelve evidente, ya hizo daño.
“Existe vergüenza en la víctima, como en toda situación violenta. Y se abriga en el silencio”, explica la organización. En este escenario, la adolescencia y el bullying aparecen como una dupla persistente que crece en la falta de respuesta adulta.
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El rol adulto que falta
Adolescencia, la serie, no acusa directamente a nadie. Pero su cámara inmersiva obliga al espectador a preguntarse: ¿están solos los adolescentes o no vimos otros modelos de violencia?
En Argentina, las escuelas todavía discuten si hay que prohibir el celular o educar en su uso responsable. El bullying se trata como problema individual, no como síntoma de una cultura. Y los adultos, a menudo, no ven el celular como un real riesgo o el medio para que lo sea. Mientras tanto, la adolescencia y el bullying crece sin importar geografía ni clase social.