Turismo sostenible: viajar sin dejar huella
Por Carolina Dal Bo, Gerente de Sustentabilidad de Aeropuertos Argentina.
Viajar sin dejar huella. La columna de Carolina Dal Bo invita a repensar la forma en que viajamos: cómo hacerlo con conciencia ambiental, valorando las comunidades locales y protegiendo el planeta.
Viajar con responsabilidad implica entender que nuestras decisiones tienen un impacto real en los destinos que visitamos. El turismo es una puerta abierta hacia lo desconocido, un puente con culturas diversas y con la naturaleza. Pero hoy, en un planeta en crisis climática, viajar debe ser más que un placer: debe ser una elección consciente.
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Según la Organización Mundial del Turismo, más de 1.300 millones de personas viajan cada año. El turismo representa más del 10% del PIB global y genera uno de cada diez empleos. Es una industria vital, pero también una que puede transformar la realidad: nuestras decisiones como viajeros pueden generar cambio o profundizar el daño.
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El turismo sostenible no es una moda, es una necesidad. Se trata de equilibrar desarrollo económico, cuidado ambiental y respeto por las comunidades locales. Cada paso, cada compra y cada interacción importan. El desafío ya no es descubrir el mundo, sino hacerlo sin comprometer su futuro.
En Argentina, ese cambio ya comenzó. Destinos como Puerto Madryn muestran cómo la conservación marina puede convivir con el turismo responsable. En la Quebrada de Humahuaca, comunidades originarias impulsan el turismo rural como herramienta de desarrollo y preservación cultural. Y en Ezeiza, Aeropuertos Argentina inauguró una sala sensorial que promueve la inclusión y el bienestar en los viajes.
El nuevo paradigma propone viajar de manera respetuosa: proteger los ecosistemas, apoyar la economía local, valorar las tradiciones y reducir nuestra huella ambiental. Se trata de un turismo que no solo consume, sino que también devuelve; que no solo observa, sino que participa y cuida.
“Viajar nos recuerda que somos parte de algo más grande. Cada destino nos enseña que la belleza del mundo es también su fragilidad.”
En una época donde los límites del planeta son visibles, viajar con conciencia es una forma de cuidar lo que amamos. La verdadera aventura del siglo XXI no será descubrir nuevos lugares, sino aprender a preservarlos.
