“Señora Presidenta”: el saludo que tardó 80 años en escucharse en la ONU

En el 80° aniversario de Naciones Unidas, António Guterres abrió su discurso con dos palabras inéditas: “Señora Presidenta”. El gesto, dirigido a Annalena Baerbock, marcó un hito simbólico y político en la historia de la Asamblea General.
El titular de la ONU y la flamante presidenta coincidieron en una defensa férrea del multilateralismo. Ambos trazaron un diagnóstico crudo del presente global y recordaron que, sin la ONU, el mundo sería mucho peor.Un diagnóstico compartido: un mundo en llamas
Desde el podio de la Asamblea General, Guterres advirtió:

“Hemos entrado en una era de perturbación temeraria y sufrimiento humano implacable”.
Enumeró las crisis: invasiones, hambre usado como arma, la verdad silenciada, ciudades bombardeadas y mares que devoran costas.
Baerbock, por su parte, fue igual de contundente: “Miles de huérfanos en Gaza deambulan entre los escombros. Mujeres de 90 años en Ucrania se esconden de los drones. Los niños de Haití tienen demasiado miedo para ir a la escuela”.
La defensa del multilateralismo
Baerbock lanzó una pregunta clave: “Cuando se ignoran los principios de la Carta, ¿es la ONU la que ha fracasado?”. Su respuesta fue categórica: “No es la Carta la que falla, sino la falta de voluntad de los Estados Miembros para defenderla”.
Guterres fue más directo:
“La impunidad es la madre del caos – y ha engendrado los conflictos más atroces de nuestro tiempo”.
Planteó una disyuntiva frente a líderes como Donald Trump: “¿Un mundo de poder bruto o un mundo de leyes? ¿Un mundo de sálvese quien pueda o un mundo de naciones unidas?”.
Resultados concretos, más allá del escepticismo
La presidenta de la Asamblea defendió la vigencia de la ONU con datos:
- 26 millones de niños escolarizados gracias a UNICEF.
- 125 millones de personas asistidas por el Programa Mundial de Alimentos.
- Más de mil millones de vacunas distribuidas por la OMS.
En paralelo, Guterres denunció la desproporción global: “Por cada dólar invertido en paz, se gastan 750 en armas. Es insostenible e indefendible”.
Un cierre con llamado a la esperanza activa
Baerbock resumió el mandato de esta 80ª sesión: “No se trata de celebrar. Se trata de no rendirse. De mostrar a los pueblos del mundo que las Naciones Unidas están aquí, hoy y mañana”.
Guterres cerró con una confesión personal:
“Crecí en la oscuridad de una dictadura, donde el miedo silenciaba voces. El poder real reside en la gente. Nunca me rendiré. Por la paz, la dignidad, la justicia, la humanidad”.
El eco de ambas voces dejó un mensaje inapelable: la ONU no es perfecta, pero sin ella, el mundo sería mucho peor.