Nestlé despide a su CEO histórico por enamorarse de una empleada: ganó el compliance

Laurent Freixe no cayó por balances ni por estrategia. Fue destituido por ocultar una relación con una subordinada directa. El dilema suena liviano —¿amor o abuso de poder?— pero el desenlace fue tajante: despido inmediato. Nestlé eligió la ética antes que blindar a su máximo líder.
Resumen
- El caso Freixe muestra que los códigos de conducta ya no son simbólicos: ahora quitan sillas en la cima.
- El compliance dejó de ser manual corporativo para convertirse en un látigo que marca el rumbo del liderazgo.
Un canal de denuncia. Un dilema. Un amor.
Nestlé, el gigante de la alimentación, echó a su CEO global, Laurent Freixe, tras confirmarse una relación no declarada con una subordinada.
No hubo fraude, ni caída de ventas. Hubo un reporte en el canal de denuncias internas, un consejo de administración que actuó y un reemplazo inmediato por Philipp Navratil.
El presidente Paul Bulcke fue seco: “Los valores y la gobernanza de Nestlé son pilares sólidos de nuestra empresa. Esta fue una decisión necesaria.”
Freixe, con 40 años en la compañía y apenas un año en el cargo máximo, se fue sin indemnización, según cita BBC.
El rol del compliance: del manual al poder real
El despido de Freixe es un recordatorio brutal: nadie está blindado frente al compliance.
Ese manual que antes quedaba en intranet hoy se convirtió en sistema de vigilancia activa. Y cuando salta la alarma, la respuesta es inmediata:
- Investiga.
- Sanciona.
- Prioriza: Ética, Transparencia,
Nestlé lo dejó claro: el poder jerárquico no exime de las reglas.
El despido. ¿Ética o medida ejemplificadora?
La ética no es un lujo corporativo: es un seguro de supervivencia.
La pregunta atraviesa al caso: ¿Nestlé actuó para proteger sus valores o para exhibir que los aplica?
La diferencia importa poco. Lo cierto es que la compañía entendió que callar era más caro que actuar.
- Los inversionistas huyen de las marcas con manchas.
- Los empleados piden coherencia.
- Los consumidores castigan la hipocresía.
Liderazgo y reputación, juntos y a la par
El liderazgo corporativo entró en la era del microscopio moral.
Un CEO no es solo un gestor de negocios: es símbolo y rostro cultural. Sus actos privados hoy pesan tanto como sus decisiones estratégicas.
Lo que antes se resolvía puertas adentro ahora explota en redes y medios. Para los consejos de administración, ya no alcanza con revisar balances: también hay que fiscalizar conductas.
Un nuevo estándar global
El caso Freixe no es anécdota: es síntoma. Marcará cómo se evalúa el liderazgo en adelante.
- Relaciones ocultas = conflictos de interés.
- Canales de denuncia = poder real de los empleados.
- Decisiones firmes = legitimidad en un mercado que no perdona incoherencias.
En el siglo XXI, el verdadero KPI no está solo en los balances: está en la capacidad de demostrar que los valores no se negocian.